Me siento afortunado, es verdad, de como me gusta y siento estas cosas... Estos momentos cofrades, estos ratitos en mi casa escuchando marchas o viendo vídeos, que ahora se lleva mucho. Estoy pensando en cuando sean las cuatro menos diez de la tarde del Lunes 10 de abril de este año, Lunes Santo, y vayamos de camino hacia Santa María, nuestra iglesia, y las caras de los compañeros radien felicidad e ilusión, de ver, que ya es Lunes Santo otro año, y podremos de nuevo, saborearlo y disfrutarlo, solo, como nosotros sabremos... Y me cruce por última vez con los míos, antes de entrar bajo ese faldón que nos da la vida, aunque a veces se acaricia la muerte, pero nos da la vida... Esos últimos comentarios de animo, de suerte, "¿Estas preparado Calamar? Pues claro que si!", esos abrazos y si, esas palabras que dan mucha vida... De Nicolas Hidalgo, de Tomasillo, Alberto Moreno, del Lillaco, de Eugenio Pla o de su hermano Vicente... Del Rubio, de Lucas Galletero, del Gandi!!! De muchos, de esos gestos o esas miradas que te dicen, que llegó el momento y que no hay excusa... Aquí hay que morir y hay que dejar el listón lo más alto posible... Ya es Lunes Santo...
Con Patachula, con Juanfra Lillo, con Nini, Dani Maldonado, Perfe o el más alimaña de todos (con cariño)... Sonri... Con un sin fin de personas que compartes momentos únicos e imborrables que se graban en la retina de la memoria y no se olvidan nunca... Nunca, como nunca se me olvida año tras año, justo antes de que haga la primera levanta de la tarde, darle en último abrazo, antes de empezar la faena, a Isacio Ocaña, capataz y padre de la cuadrilla, porque nosotros no somos marineros... Pero tenemos un gran capitán, Isacio Ocaña...
Y miramos al cielo, momentos antes, buscando en él ese sol que nos traiga una buena tarde, una tarde esplendida de primavera donde las flores de las macetas de aquellos balcones de tierra minera y verde de olivar, rían de alegría y florezcan, de terciopelo verde y capa blanca al compás... Acordándonos de quien nos falta, de quien nos falta de verdad... De esas almas... De esas personas que nos están... ¿Que injusta la vida, no? Que me gustaría a mí que mi padre me escuchara cuando empiezo a marcar...
Porque me siento afortunado... Si, ¿Y por que esconderme? Porque tengo la suerte de mandar los cambios bajo el Señor de la Oración en el Huerto de Linares, que algunos dirán que vaya tontería... Pero para mí, es una bendita suerte, porque disfruto como nunca y lo siento, y porque he crecido ahí, donde llegué una noche de enero hace 20 años... Con tan solo 14 años...
Y tengo esa suerte, porque lo siento, porque me desvivo porque salga bien y todo el mundo acabe contento con lo que hagamos y hacemos... Yo lo siento así... Que suerte la mía... Que me haya tocado a mí esa responsabilidad de mandar los cambios bajo el paso y la cuadrilla que me ha visto crecer... Y no cuento esto porque sea más que nadie, está claro que no, porque somos varios los que tenemos esa responsabilidad y aquí, somos un equipo, de más de un centenar de personas, en el que cada uno tiene su función y todos debemos de cumplir, con nosotros y con el Señor de la Oración...
Que suerte y que ganas, de volver a levantar ese faldón granate que guarda tantos secretos y tantos momentos que cada uno vive, que cada uno se guarda, que cada uno sabe de esas conversación con la vida... Y con Dios!
Tantos momentos, tanta gente con la que te cruzas, con las que compartes tantas cosas, tantos amigos y tantos compañeros... Tantas vivencias que para uno se quedan...
Y cuento esto, porque lo siento, porque me emociono cuando lo pienso... Porque me siento afortunado...
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