Me acosté la noche de antes para descansar y me di cuenta de algo que me llamó la atención... Estaba ilusionado como un niño pequeño que espera al día siguiente un gran día como por ejemplo su propio cumpleaños. Fue así y eso me hizo darme cuenta de que estaba algo nervioso de pensar en lo que esperaba horas después. Me costó conciliar el sueño y cuando sonó el despertador sobre las 3 de la madrugada no había podido dormir ni 2 horas, pero incluso sin haber descansado pensé: "acaba de empezar la Magna" y con una sonrisa me levante de la cama para prepararme.
A las 4,30 de la madrugada ya estaba en el coche camino desde Linares a Granada. El viaje fue tranquilo y no muy largo, aunque tras llegar a Granada me esperaban unas cuentas vueltas por la zona del Realejo buscando aparcamiento. Se quedó en lo alto de una acera pero por ser el día que era esperaba que no se lo llevara la grúa... Y así fue, que al recogerlo, aún estaba allí...
Nada más bajarme del coche allí en el callejón donde había aparcado coincidí con otro costalero que llevaba la ropa bajo el brazo. El venía desde Almería, costalero del Prendimiento de allí y aspirante a la Esperanza Macarena de Sevilla. De camino a la Plaza de Santo Domingo fuimos hablando de estos temas y al llegar, nos despedimos y cada uno tiró en busca de sus cuadrilla.
Al llegar a la Plaza de Santo Domingo, esperaba una mañana algo revuelta de nubes, que dejaba caer cada cierto tiempo algunas gotas, pero que no fueron suficientes para impedir que todo transcurriera como estaba pensado. En la plaza ya estaba reunida la cuadrilla de la Virgen del Rosario, en la que esta mi buen amigo David Lorite, paisano linarense y compañero de la Oración en el Huerto de Linares, donde ambos somos costaleros. Nos echamos unas fotos y yo tuve que ir a la cita de mi cuadrilla, la de la Soledad de Ntra. Sra. para que nos dieran las tarjetas de relevo y demás indicaciones.
Era un día algo subrrealista, con el marco de la fachada de la iglesia, un cielo gris, una plaza cada vez con más gente, pero no abarrotada y que entre gotas que caían del cielo devilmente, los pasos espezaron a salir con la puerta de la iglesia y a aparecer por calles contiguas, como metidos en una pompa de un cuento cofrade, como de un sueño, pero que se cumplía cada segundo que pasaba.
Y llegó nuestra hora... Teníamos que sacar el paso de la Soledad. La salida la hizo la cuadrilla pequeña, así que nosotros, los altos, la vimos salir y después de disfrutar de todos los pasos que en ese momento había en la plaza, nos fuimos a prepararnos nuestra ropa a otra plaza cercana.
De camino hacia el punto de relevo estuvimos echándonos unas fotos como aquí veis y hablando de lo que estaba ocurriendo y que jamás pensábamos que ocurriría aquello que estábamos viviendo, referente al día y a la procesión Magna que nos esperaba. Antes de mi primer relevo me cruce viendo otros pasos con otros costaleros de linares, con Wally, Ríos y Galán, lo que me dio mucha alegría de verlos allí disfrutando también de algo tan grande.
En el punto de relevo nos metimos bajo el paso, yo fijando a mi amigo Turín, y tras levantar, nos pusimos rumbo a la Catedral de Granada. Conforme la mañana despertaba más personas acudían al encuentro, tanto que al entrar los pasos en la Catedral la Plaza de.... estaba abarrotada a más no poder.
Era la primera vez que yo me metía bajo un paso granadino, aparte de la muda de días antes, y desde el primer momento sentí que iba a disfrutar mucho. Luego, como contare más adelante, hubo momentos duros y difíciles, pero el estar allí viviendo algo así, era sinceramente, un premio.
Una vez con todos los pasos en la iglesia y después de la sesión fotográfica, sobre las 10 de la mañana, nos fuimos buscando un bar donde desayunar o tomar algo. Al final acabé con la gente de Linares que antes como he dicho me encontré y algún amigo más que iba con ellos, pasando toda la mañana y medio día juntos, hablando de cofradías y entre cervecitas.
Sobre las 15.00 h estábamos citadas muchas cuadrillas en la Plaza d.... Había una marabunta de personas allí esperando su igualá. Primero igualé con la cuadrilla del paso de la Virgen del Rosario Coronada y media hora más tarde con la cuadrilla de la Soledad de la Cañilla. En la del Rosario coincidí por primera vez como compañero de trabajadera con Ertirillas, aparte de con Turín y su hermano, que ya los llevaba en la Soledad, aparte de muchos otros que aún no conocía y con los que pasé una tarde inolvidable.
Mi relevo cogía el paso ya avanzada la procesión y hasta que llegó ese momento, la verdad que se hizo un poco largo. Algunos compañeros nos fuimos a ver a una plaza los pasos conforme avanzaban, pero se hizo muy largo ya que la lluvia se dejaba ver mucho, los pasos llevaban un poco de retraso y las horas pesaban más conforme pasaban, pero era un día para disfrutar y solo había que hacer eso, disfrutarlo viendo algo belllísimo y emotivo.
Después de disfrutar de los demás pasos, ¡¡¡Que vaya pasos!!! Me metí bajo el paso de la Soledad de la Cañilla. Era nuestro relevo y había que llevar a María como siempre, sobre nubes de incienso y de frente sin miedo. Se notaban las tantas horas en frío, pero había que apretar los dientes y llevarla hasta Santo Domingo. Un tramo mio fuimos en silencio. Después tras otro relevo, y tras volver de nuevo bajo el paso, empezó a sonar tras el paso el dulce nombre... Sonaban bien, pero el paso debió ir más sereno y no hacerse un lío con marchas tan fáciles de andar como "La Saeta". Aparte de los nervios de algunos por el momento que era, lo demás salio muy muy bien, con kilos, pero feliz.
El paso lo cojió la cuadrilla baja para entrarlo y Turín, su hermano y yo nos fuimos a buscar al Rosario Coronada. Allí nada más llegar nos metimos bajo el paso y no había escapatoria alguna, ya que había muchos huecos, así que tuvimos que aguantar ya hasta el final. Íbamos justos o algunos menos como he dicho, pero no nos asustaba y chicota tras chicota nos fuimos a llevarla a su casa. Yo disfruté mucho en este paso, por el andar, la música y el ambiente que teníamos entre algunos, aunque hubo un parón en una calle de regreso que nos partió y tuvimos que esperar sentados un buen rato sobre la pared de la casa de al lado, pero surgió un momento que lo valió por todo y fue en una petalada que le hicieron al paso y al mismo son que avanzábamos, los pétalos se introducían por la talla del canasto y nos caían sobre el costal, sobre nuestros hombros y ese momento fue, precioso, único.
Ya dentro, había terminado ese gran día de Peregrinación, de Magna, de Extraordinaria o como quisieran llamarle, pero para mi acabó un día largo, muy largo, con momentos duros, pero inolvidable.
Gracias en primer lugar a Alberto Ortega por la oportunidad que me dió de formar parte de sus cuadrillas y de un acto así. A la gente de su equipo en la Soledad de la Cañilla y en el Rosario Coronada. También a Turin, a su hermano, a Ertirillas y todos y cada uno de las personas con las que forme cuadrilla en alguno de los dos pasos que pude llevar, Soledad de Ntra. Sra. y Rosario Coronada.
Gracias a todos y a Ti, Madre, por dejarme seguir siendo tu costalero para llevarte por tu ciudad de Granada.
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